noviembre 21, 2024

El Atlético engrandece la Liga

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Los rojiblancos se coronan por 11ª vez tras un torneo agónico que mitifica la figura de Simeone y restaura a un gran Luis Suárez. Bajan Huesca, Valladolid y Eibar. Real Sociedad, Betis y Villarreal, a Europa

Con el corazón en los huesos, las suelas desgastadas y suda que suda como una regadera, el Atlético Simeone se entronizó en la Liga por 11ª vez. Una gesta en estos tiempos con el fútbol con la lengua fuera. Y nadie resistió más que el jabato equipo colchonero, líder desde la novena jornada. A hombros de Simeone, un cesarista que tanto entrena al equipo como a los rectores e hinchas rojiblancos, de nuevo solo el Atlético ha sido capaz de meter una cuña entre los clásicos colosos, el Real Madrid y el Barça. Uno y otro se han repartido las últimas 17 ligas salvo cuando se les ha cruzado por el camino el convoy de Simeone, en 2014 y ahora.

El técnico argentino, reclutado el 23 de diciembre de 2011, ya suma ocho títulos con el Atlético, al que rescató de la Siberia futbolística. Atrincherado en el heroísmo de la debilidad —siempre vio a madridistas y azulgrana como dos himalayas—, Simeone ha logrado mucho más que trofeos. Es la divisa del Atlético, del club. Para dar con un sello tan empapado en un equipo como el cholismo hay que rebobinar al cruyffismo. Con el preparador argentino, la entidad ha borrado de un plumazo la cantinela victimista del pupas, incluso con sus dos derrotas europeas con el vecino. Ya no palma de cualquier manera. Ni siquiera en un torneo tan intrigante como esta Liga. Una Liga estrujada y con todo el suspense hasta el último segundo de la última jornada. Hubo momentos de tiritona para el Atlético y de ensoñación para el Madrid. Los de Zidane encontraron atajos hasta el último instante. Llegaron a estar 10 puntos —y con un partido más— del regimiento de Simeone.

En Valladolid, tras remontar en el segundo acto, el Atlético se coronó a lo grande, con el pendular Madrid —ganador a última hora ante el Villarreal— en el cogote hasta el final. Un gol terminal de los locales en Pucela hubiera condenado a los rojiblancos a una película de terror. Correa, con un gol messiánico, y Luis Suárez, el futbolista sacado a gorrazos del Barça, enfilaron la cumbre. En Zorrilla, el charrúa acabó encharcado en un océano de lágrimas. De exiliado forzoso al podio del campeonato. Muchos motivos para la rabia interior de alguien que ha marcado 21 goles. Un azote monumental para el Barça.