noviembre 21, 2024

Carlos Sainz logra en Mónaco su primer podio con Ferrari y Verstappen es líder del Mundial

2 minutos de lectura

Una avería en el coche de Leclerc le impide correr en Montecarlo, donde el madrileño es segundo y Hamilton no pasa del séptimo puesto

Los defensores de la teoría de la conspiración que el sábado por la tarde justificaban los motivos que, en su opinión, podían haber llevado a Charles Leclerc a estrellarse a propósito contra el muro de la segunda variante del circuito de Mónaco (al haber bandera roja el resto de corredores ya no pudieron luchar por mejorar su tiempo) quedaron totalmente desautorizados este domingo, media hora antes del arranque de la carrera más esperada del año. El ídolo local, nacido en el Principado hace 23 años, lo tenía todo a su favor para liarla parda ante sus amigotes, repartidos por varios de los balcones que dan al trazado. Sobre el papel, la ‘pole’ le daba más de media victoria en un escenario en el que la salida influye más que en ningún otro circuito. Ferrari lo hizo todo bien hasta el momento más determinante, precisamente cuando un equipo que aspira a volver a ser grande no puede pifiarla: en su camino hacia la parrilla de salida, el palier del monoplaza de Leclerc comenzó a fallar y obligó al monegasco a retirarse antes incluso de comenzar. Los chequeos realizados al coche después del accidente de la cronometrada no reflejaron ningún problema, pero es evidente que los exámenes pasaron algo por alto para desgracia de su corredor, más desconsolado que su compañero el día anterior.

El cabreo de Carlos Sainz por no poder completar una vuelta con la que él creía que podía meterse en la primera línea le pasó el domingo al español, que se las apañó para cruzar la meta el segundo, solo superado por Max Verstappen, y firmar su tercer podio en el Mundial, el primero de la temporada para la ‘Scuderia’ y el primero suyo enfundado en el mono de ‘Il Cavallino Rampante’. El gatillazo de su vecino de taller, combinado con el esperpéntico abandono de Valtteri Bottas después de que sus mecánicos fueran incapaces de extraer la rueda delantera derecha de su Mercedes al visitar el garaje, le despejaron el panorama al madrileño, un reloj suizo al volante, un auténtico seguro de vida para la estructura de Maranello, encandilada por la solvencia de su fichaje, un auténtico martillo dentro del coche y un señor fuera de él. Su primer triunfo en la Fórmula 1 está cada vez más cerca y bien podría haberse dado en Montecarlo de haber arrancado más adelante. Verstappen no le dio opción esta vez porque el holandés interpretó su papel a las mil maravillas, liderando el tren de principio a fin con la ayuda de Red Bull, que le permitió subirse al cajón por primera vez en este templo.